historia marxista de la Revolución. Con Labrousse, el ingreso en la historiasocial y económica encuentra su coronación al menos en dos direcciones. Alestudiar la crisis de la economía francesa en vísperas de la Revolución,introduce el peso de la coyuntura económica en la lista de causas detraumatismo colectivo, con lo que zanja definitivamente el viejo dilema deldiálogo académico que a través del tiempo habían mantenido Michelet -quesostenía una «revolución de la miseria»- y Jaurès -partidario de una revoluciónconquistadora, fruto de la prosperidad burguesa-. En efecto, tal como laanaliza Labrousse, la crisis económica de antiguo estilo opera comocatalizador de tensiones en el apogeo del «glorioso» siglo XVIII económico.Luego Labrousse, por un camino preconizado por Lefebvre, ha abierto, encalidad de historiador de la sociedad, las puertas del estudio de las sociedadesurbanas, en vísperas de la Revolución y durante ella, eco y prolongación de lainvestigación emprendida antes en el mundo campesino. En otro nivel,Soboul, en su tesis
Les sans-culottes París
iens en l’
an II;
se erigió enhistoriador de la revolución urbana, en oposición a la historia política y a lahistoria social. Con el s-e cierra el camino recorrido desde Aulard y Mathiez,en el sentido de un cambio de la historiografía revolucionaria a una historia,no ya de personalidades, sino de las masas en acción y a una historia social declases. Con las obras de Labrousse y Soboul, nuestra historia de la historia,alrededor de la década de los
años sesenta, da paso al cuadro de las tendenciasactuales de una historiografía que, desde hace veinte anos, esta lejos dehaberse fijado. A alguien le ha parecido hace poco tiempo que el interés por laRevolución francesa había decaído; además, la imagen que hemos propuestode una respiración secular de la historiografía revolucionaria, podría dar deaquí a veinte años, la idea de que las corrientes de la «nueva historia» sealejara del episodio revolucionario. Para una escuela francesa que se complaceen inscribir en la «larga duración» las fuentes de la historia social y de lasmentalidades, la Revolución francesa parecería haberse convertido, según lafeliz expresión de Braudel
16
, en el lugar de un inoportuno «patetismo», tema ala vez rebatido y marginalizado, abandonado a los herederos de los maestrosde ayer. Pero las casas están cambiando. Hoy
podemos trazar un cuadroparticularmente fluido de las tendencias de la historiografía revolucionaria.
15. Albert Soboul
Précis d'histoire de la Révolution française,
Editions Sociales, París,1962;
La civilisation et la Révolution française,
Arthaud, París, 1971; cf., además,
Lessans-cullotes París
iens en l’an II.
Mouvement populaire et gouvernement révolutionaire,
2
Juin 1793
- 9
Thermidor an II,
París 1958:
Paysans, sans-culottes et jacobins;
París 1966.16. Fernand Braudel, «La longue durée», Annales
(Economies, Sociétés, Civilisations
),1958